El lunes 22 de mayo en el Repertorio Español se realizó la lectura de La Odisea según Calipso, de Juan Riquelme.
Juan Riquelme, dramaturgo catalán, ha recibido diversos reconocimientos entre los que se encuentran el Primer Premio de Teatro de la Ciudad de San Sebastián, Mención de Honor en el Premio de Teatro López de Vega de Madrid, así como en el certamen Sally Van Lier Project. En Nueva York, además de haberse leído varias de sus piezas, su trabajo Muelle Trece se presentó en el Repertorio Español.
Hemos estado en dos lecturas dramatizadas de obras de Riquelme: La Odisea según Calipso e Inmortales en el jardín. En principio, ambas perfilan elementos característicos. Las dos piezas echan mano del humor. Humor con diferentes matices. Humor ingenuo o lacerante. Humor que permea la concepción de los personajes, los diálogos, las situaciones. Humor que seduce y atrapa espectadores.
La realidad es alterada para crear un universo particular, reflejo distorsionado de éste, que maneja sus particulares códigos de veracidad. Está el ritmo que fluye, que despierta el interés por saber qué sigue. Ambas piezas coinciden en que se dirigen a diferentes tipos de público por ofrecer diversos niveles de lectura; son piezas que plantean el hecho escénico sin elitismos. Además, ambas indagan en la identidad: colocamos tantas barreras que podemos ver a nuestros vecinos como extraterrestres y de acuerdo a la perspectiva del espectador Ulises se puede quedar con Atlante, con Calipso o con ambos.
La Odisea de según Calipso, es una desenfadada aproximación a los clásicos, en la que Ulises enfrenta diferentes obstáculos para llegar a su destino, siendo el principal de ellos, el desmedido amor de Calipso. Y si los textos escolares comentaban que los dioses eran caprichosos, Riquelme afina la cualidad con lo que los obstáculos son más complejos y las situaciones hilarantes.
En la lectura dramatizada participaron Mónica Steuer, Jorge Pupo, Adriana Sananes, René Sánchez, Mike Smith Rivera, Silvia Sierra y Johary Ramos. La dirección estuvo a cargo de Jorge Pupo quien realizó un trabajo claro y sobrio para ofrecer a los espectadores la esencia de la obra de referencias posmodernas.
Este tipo de actividades son importantes en una ciudad como Nueva York, ya que a partir de ellas conocemos textos a los que por lo general no tenemos acceso.